Desde la década de los años setenta, los científicos comenzaron a observar que el ozono de la estratosfera se estaba debilitando, sin poderle encontrar una explicación. En 1974, el científico mejicano Mario Molina publicó un trabajo científico en la revista Nature señalando que el agotamiento de la capa de ozono se debía a los CFC. Para 1980, la comunidad científica corrobora las afirmaciones del Dr. Molina y, por esta razón, en 1985, se aprobó el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono. Es importante recalcar que en los años ochenta, las sociedades modernas estaban rodeadas de CFC, por ejemplo, en el sistema de aire acondicionado que refrescaba las viviendas, en los refrigeradores para conservar alimentos y en los propelentes de aerosoles. En el año 1987, se concertó el Protocolo de Montreal, acuerdo internacional donde prácticamente todos los países del planeta se comprometen a reducir y eliminar la producción, consumo y comercialización de sustancias que dañan la capa de ozono. El tratado se enfoca en la eliminación de las emisiones mundiales de sustancias agotadoras de la capa de ozono (SACO). El tratado propone la reducción en su producción y consumo hasta llegar a la eliminación parcial. [Extraído de Aportaciones a la ciencia- Centro Mario Molina].

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