La lagartija que abrió la calle Mejía Adaptación Hasta el año de 1878, la huerta del convento de los padres agustinos se extendía largamente por lo que es hoy la manzana comprendida entre las calles Olmedo , Guayaquil y Flores. Era un simple solar, casi de ningún uso ni utilidad, cubierto de hierbas y chaparros. Además, los agustinos habían construido un alto estribo triangular de cal y piedra, arrimado al cuerpo principal del edificio antiguo. A este gran estribo, el pueblo de Quito dio en llamarle el cucurucho de San Agustin" porque se asemejaba a los turbantes de los cucuruchos o penitentes enmascarados de las procesiones quiteñas de Semana Santa. Pues bien, en el año de 1878, el doctor Francisco Andrade Marín, ciudadano muy entusiasta por el bien público, fue elegido jefe político. Como el doctor Andrade era un hombre d extraordinaria actividad e iniciativa, trazó un plan para transformar la horrenda quebrad llamada de la plaza de Armas (que ahora es la denominada plaza Marín) y que quedaba a pocos pasos de la huerta de los agustinos. Para hacerlo primero era necesario prolongar la calle Mejía, cortar la huerta de los agustinos y derribar el "cucurucho" de piedra. Se armó de coraje el doctor Andrade Marín, y le dirigió una nota muy comedida y apelante al padre José Concetti, provincial de los agustinos de Quito, en la que le rogó que le permitiera cortar la huerta para atravesarla con la prolongación de la calle Mejía. El padre Concetti contestó negativamente a lo solicitado. Pero el doctor Andrade Marín, tenaz en su empeño, fue en persona a insistir ante el padre provincial y sugirió que sería bueno eliminar Resumen de la lagartija que abrió la calle Mejía ​