La identidad posmoderna: creatividad Empieza a vislumbrarse esta visión "posmoderna" desde los años ochenta hasta hoy. La idea de fondo es que ya nos cuesta creer en grandes relatos, sean estos premodernos (religión) o modernos (comunismo, progreso científico). Dado que la información, las creencias, los problemas del mundo se comparten a velocidades cada vez más rápidas por medios de comunicación cada vez más dinámicos, el "yo" parece consecuencia de compromisos circunstanciales con modas, algunas ideas de algún lado, algunas creencias de otro. Una misma persona, con una identidad lograda, puede ser católica, ambientalista y construir una estética "rockera". Y esa misma persona puede cambiar sus convicciones. Por lo tanto, la identidad no solo es un ejercicio crítico y racional (visión moderna), sino también una creación emotiva. Esto hace que nuestra identidad se perciba "líquida" (Zygmunt Bauman), "vacía" (Gilles Lipovetsky) o "espumosa" (Peter Sloterdijk). Esta identidad se alimenta en medios de comunicación y redes sociales virtuales. Reconociendo lo fuertemente relacionada que está la identidad con la cultura, debemos recordar que cada cultura tiene una forma propia de configurar sus prácticas en el tiempo y el espacio. Esta configuración se expresa en nosotros. Por ejemplo, hay quienes construyen una identidad cultural dentro de un espacio urbano. Esto invita a tener dinámicas más aceleradas de intercambio y consumo, a conocer a personas de otras culturas, a comparar estilos de vida, a tomar rutas largas y, por lo tanto, a requerir distintos medios de transporte. Como vemos en el ejemplo, a pesar de las diferencias específicas en el carácter, hay una identidad cultural que se configura claramente en un lugar (la ciudad) y que, al mismo tiempo, configura una forma de vivir el tiempo: un ritmo de vida que se percibe más acelerado que en el mundo rural. La vida en una pequeña ciudad o en el mundo rural puede propiciar un nivel mucho más pausado en el ritmo de vida, en la forma de caminar, en la percepción del espacio o incluso de detalles geográficos que desde una vida muy urbanizada podrían pasar desapercibidos. En su relato, Alison expresa este conflicto al compartir cómo vive su propia identidad. Valora y cuestiona aspectos específicos de sus transiciones, de un mundo rural, cuando era niña, a una pequeña ciudad en la adolescencia, para luego pasar a una gran ciudad en su temprana juventud o adolescencia tardía. Cada lugar trajo consigo una invitación a Alison para adaptarse o no a una determinada realidad. Pareciera, por ejemplo, que Alison preferiría no vivir en una gran ciudad, pues no soporta la bulla. ¿Adoptará el ritmo de la urbe como parte de su identidad en algún momento? No lo sabemos. Dicen, por ejemplo, que hay ciudades mucho más activas que otras o algunas que nunca duermen como Nueva York en Estados Unidos, Sao Paulo en Brasil o Tokio en Japón. Además, sabemos que hay muchísimas personas de muchas partes del mundo, con hábitos y creencias muy diversas. ¿Cómo construyen su identidad esas personas? ¿Serán todas posmodernas? ¿Tendrán que pasar por constantes crisis de identidad?