En 1803 el economista inglés David Ricardo predijo que la prosperidad futura de Inglaterra no estaría en la agricultura sino en el desarrollo adecuado del capital, negando que la naturaleza cooperara con el hombre en el proceso de producción. La prueba más palpable de ello era que la tierra de la calidad inferior sólo se desarrollaba cuando la población iniciaba el proceso productivo adecuándola para tal fin. Lo anterior se interpreta como