De los fundamentos del Estado se deduce evidentemente que su fin último no es dominar a los hombres ni callarlos por el miedo o sujetarlos al derecho de otros, sino por el contrario libertar del miedo a cada uno para que, viva con seguridad, esto es, para que conserve el derecho natural que tiene a la existencia, sin daño propio o ajeno. Una manera de ratificar dicho fundamento del Estado es: