Tenia la cara... ...muy dulces, eran dos grietas hundidas en los cuévanos. La mandíbula... ...muy blanco, semejaba un manto celestial. El cabello... ...surcada de arrugas milenarias, como si el tiempo le hubiese arado la piel. Los ojos... ...era enjuta, formaba un ángulo recto dominado por los dos pómulos, que sobresalían como dos colinas. Las manos... ...apoyadas en la parte superior de un bastón en forma de cabeza de perro de impoluta serenidad.​

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