Aristóteles concibe la ética de forma eudemonista, es decir, todas las acciones humanas están guiadas por el deseo de conseguir la felicidad, así, las instituciones humanas como la política, la religión, el arte y la ciencia, tienen como fin último la felicidad de los seres humanos. Con esto, Aristóteles se aparta de las concepciones que argumentan que el fin de las acciones humanas es el placer que proporcionan los sentidos. Según él, la búsqueda de la felicidad es más importante que la búsqueda del placer, porque: * 3 puntos El placer puede ser un medio para llegar a la felicidad pero no puede ser el fin de toda acción. La felicidad es una forma de llegar a encontrar el placer de las acciones en los seres humanos. Las instituciones funcionan gracias a que todas dependen de las acciones de los seres humanos. El fin de toda acción es perpetuar las instituciones que brindan placer a los seres humanos.