Localiza los ocho errores del texto. Después, numéralos en orden de aparición. Cada uno en su lugar Una fría mañana de invierno un pobre mercader observó que en la higuera que había junto a su casa maduraban diez hermosos higos. -¡Higos en pleno invierno! Esto es un milagro. Iré al adivino para que me aconseje qué hacer con ellos. El adivino lo escucharon con atención y le dijo: -Cada día llevarás un higo al faraón y al décimo el bueno y el malvado ocuparán su lugar. Al día siguiente, el mercader se presentó ante el faraón. -Señor, los dioses me han bendecido con estos magníficos higos, solo usted merece probarlos. El faraon se llevó el higo a la boca y saboreó la dulzura del fruto. Rápidamente escribió en un papiro: >. Cada mañana, el faraón le llevaba un higo al mercader y este lo iba colmando de riquezas. El primer ministro sintió envidia y, al octavo día, pensó: «El faraón es capaz poner en mi puesto a este pobre diablo. Tengo que evitarlo>>. El ministro se presentó en casa del mercader y le dijo: -El faraón te aprecia mucho, pero le desagrada el olor de tu aliento, tendrás que cubrirte el rostro con un lienzo ante su presencia . El noveno día, el mercader apareció en la corte con la cara tapada. El faraón, sorprendido, mandó llamar al ministro para que le explicara aquello. -Señor -dijo el ministro-, perdonad mis palabras, elmercader no soporta el olor de su aliento. Por eso se cubre la cara. El faraón mordió el noveno higo, escribió una nota en un papiro y se lo dio al mercader con la orden de entregárselo al tesorero al amanecer. El ministro acompañó al mercader a la puerta y se ofreció a recoger él mismo la recompensa para que no tuviera que madrugar. El mercader, ingenuo, aceptó. Al alba, el ministro fue a la tesorería y entregó la nota. Quería quedarse parte de la recompensa. el tesorero leyó la nota y mandó arrestar al ministro. Cuando el mercader a media mañana se presentó ante el faraón, esté, enfadado, gritó: -¡Aquí nadie cumple mis órdenes! ¡Que venga el ministro! El tesorero se acercó al faraón y le explicó que estaba en el calabozo. -Señor, yo solo cumplí lo que ordenaba la nota: , Cuando el faraón se enteró de la treta del ministro, se alegró que de estuviera entre rejas y asignó su puesto al humilde mercader.​

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