Colombia dejará de ser centralista Adolfo Meisel. Economista. Rector de la Universidad del Norte. Autor del libro “El liderazgo y el futuro del Caribe colombiano”. La pandemia nos recuerda una vez más que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Entre los factores que acentúan esa desigualdad están la ausencia de políticas claras y coherentes para contrarrestar esa situación, como lo muestra la inequidad que ha habido históricamente en el ingreso per cápita entre departamentos. El Caribe, por ejemplo, tiene la mayor pobreza en Colombia. El ingreso per cápita está 30 por ciento por debajo del promedio nacional, y es todavía más bajo en Sucre o La Guajira. El centralismo del Estado, que ha sido una de las principales causas de esa desigualdad, también lo vuelve lento para responder a las crisis, e incluso desorientado a la hora de entender las problemáticas regionales. Hace dos años, la economista Sandra Rodríguez calculó para el proyecto Casa Grande Caribe, que el costo de llevar en 12 años la infraestructura de salud pública en los siete departamentos de la Costa Caribe a los promedios nacionales es de 1,300 millones de dólares (poco más de 5 billones de pesos, un 3 por ciento del PIB que produjo la región Caribe solo en 2018). Los gobiernos locales y el nacional tienen esos recursos. Otra fuera la situación si se hubiera priorizado ese sector. Esta crisis debemos verla como una oportunidad para construir un país más equilibrado en su desarrollo económico y social, para sus regiones, estratos, grupos étnicos y géneros. Una sociedad donde cada ciudadano tenga garantizado un nivel de vida digno. Lo podemos hacer, pero derrotando el centralismo, el clientelismo y la corrupción. Un país en donde seamos capaces de vencer la injusticia a través de una mayor igualdad de oportunidades en la educación, la palanca mayor de la movilidad social en las sociedades democráticas.
A partir del texto podemos afirmar que la causa de las desigualdades en Colombia se debe en gran medida a:​