A la tía Ana le dio por estornudar
todos los días a las cinco de la tarde. Al principio, sus estornudos eran
cuando mucho estridentes, lo justo para despertar a la abuela y asustar a
Sansón, nuestro gato. Luego fueron subiendo en intensidad, como una vez que
sacudieron el aire del salón y el retrato de boda de mis padres cayó al suelo.
Otro día cimbraron los muros con tal magnitud que la casa entera se llenó de
grietas. Pero una tarde la tía Ana estornudó quedito y nosotros, que ya
temíamos lo peor a las cinco de cada día, nos miramos perplejos y aliviados
hasta que entró el vecino: «¿Ya se enteraron del sismo en Japón?»

Qué título le pondrían?

El sismo en Japón o el problema de la tía Ana

Respuesta :

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