A su vista, para distraerle, danzaban co- ros de bacantes encendidas en su fiebre loca, y acompañaban la armonía, cerca de él, faunos adolescentes, como hermosos efebos, que le acariciaban reverentemen- te con su sonrisa; y aunque no escuchaba ninguna voz, ni el ruido de los crótalos. gozaba de distintas maneras. Así pasaba la vida este rey barbudo que tenía patas de cabra. Era sátiro caprichoso. Tenía dos consejeros áulicos: una alondra y un asno. La primera perdió su prestigio cuando el sátiro se volvió sordo. Antes, si cansado de su lascivia soplaba su flauta dulcemente, la alondra le acompañaba. El fragmento anterior corresponde al cuento "El sátiro sordo" de Rubén Da- río, seleccione el enunciado correcto.