contestada

C. Lee el siguiente texto. Algunas letras han desaparecido, por lo tanto,
encontrarás la dificultad
de tener que completar algunas palabras.
Al sal r el sol del nu vo día, la tri u de los delawar s present ba una
escena de desolación y de d lor. El ru do del combate había ce ado; los gr tos
de
victoria, tam ién; los delawares habían de ostrado más qe sufi ienteme te
el v lor y la dign dad de que eran ca aces, derrot ndo a los huron s.
Pero na ie se s ntía ale re, y el a ciano patriarca daba m estr s de tal
abati iento que parecía c mo si en unas ho as hubie e pasado por su c erpo
otro sig o de existen ia.
Al ca pamento de los delawar s había lle ado un ofi ial franc's, luciendo
un vistoso unif rme. Era su m sión impe ir aquella guerra, pero no t rdó en
comp obar que había lleg do dem siado tarde.
Bus ando el calor de un unifor e, por cuanto ah ra no est ban en guerra,
el recién llegado se ac rcó a Duncan, q e tenía fija la m rada en seis jó enes
donc llas delawar s, cuyas tren as negras flo aban sobre sus ho bros y echa an
con mano tembloro a algu as hierbas olor sas y péta os de flores sob e la litera
de pl ntas aromáticas donde re osaba la no le y gener sa Cora. A sus pies, se
hall ba se tado el afligido Munro, incli ada al su lo su venera le cabeza.
J. Fenimore Cooper, El último mohicano.

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