Algo tienen en común el área de Oncología Pediátrica y el Centro de Detención Juvenil de San José Pinula a la hora de visita. Ambos han sido escenario de la llegada de unos extraños visitantes que despiertan la inmediata simpatía de los niños hospitalizados o los jóvenes reclusos: los perros adiestrados como mascotas terapéuticas, una forma de servicio social que genera un favorable impacto emocional y, eventualmente, físico en la persona que recibe la visita. Desde hace una década el veterinario Hugo Ruano se ha dedicado a realizar visitas de este tipo a pacientes en hospitales, así como a los ancianos residentes en asilos. Investigaciones han demostrado que los pacientes además de recibir un beneficio en su salud mejoran su calidad de vida, fortalecen su salud mental. Lamentablemente, son aún muy pocas las personas que hacen este voluntariado. Ruano ofrece capacitación gratuita, tanto para quien desea que su perro le sirva de terapia como para quien quiera involucrarse en las visitas a hospitales. «Debe ser un perro tranquilo, que no sea agresivo, no importa el tamaño ni si es de raza o no».

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