El señor Bergery escribió en 1831 una serie de consejos para los empresarios franceses:
“La normativa para el buen gobierno de una fábrica debe ante todo contener disposiciones
de orden. El orden es el padre de la prosperidad; sin orden no hay coordinación, el tiempo se
pierde, el material se estropea, los productos se deterioran antes de ser vendidos…
El fabricante debe actuar con severidad y firmeza
contra todos aquellos obreros que se conducen inade-
cuadamente, pues la indulgencia perdería a los demás.
Desgraciadamente son casi siempre los de más talento
los que se apartan del camino de la honestidad: se
imaginan que su habilidad los hace indispensables…
Demostrad expulsándolos que preferís la puntualidad,
la sumisión y las buenas costumbres”.