"Si examinamos los patrones sociales que caracterizan los entornos de los sistemas técnicos, descubrimos ciertos
dispositivos y sistemas que casi de forma invariable se unen a formas específicas de organizar el poder y la
autoridad. La cuestión importante es la siguiente: esta situación, ¿es este estado de cosas el resultado de una
respuesta social inevitable a las propiedades ingobernables en las cosas mismas (los objetos técnicos), o es en
cambio un patrón impuesto de forma independiente por un ente gobernante, la clase en el poder o alguna otra
institución social o cultural, para lograr sus propios propósitos?
Tomando el ejemplo más obvio, la bomba atómica es un artefacto inherentemente político. Mientras exista, sus
propiedades letales exigen que sea controlada por una cadena centralizada y rígidamente jerárquica de comando
cerrada a cualquier influencia que hiciera que su funcionamiento fuera impredecible. El sistema social interno de
la bomba debe ser autoritario; no existe otra forma. La situación se presenta como una necesidad práctica,
independientemente de cualquier sistema político amplio en el que la bomba está incluida,
independientemente del tipo de régimen o del carácter de sus gobernantes".
WINNER, L., La ballena y el reactor, p. 41.
1.a. En este capítulo de La ballena y el reactor, Langon Winner reflexiona acerca de un prejuicio muy extendido:
la neutralidad moral y política de los objetos técnicos. Se dice que no son buenos o malos en sí, sino por el fin
que consiguen. Winner examina desde distintos puntos de vista ese prejuicio y analiza diversos casos en los que
se da un condicionamiento entre técnica y formas de ejercer el poder. En este fragmento, plantea una alternativa
relativa las relaciones entre tecnología y política. Explica la idea fundamental del fragmento y cuáles son los
términos de esta alternativa.