Para la alta Escolástica todo tiene un lugar en el mundo y los seres no están aislados los unos de los otros, sino que están en una relación mutua, porque todo está ordenado en vista de una existencia única. Sin embargo, todos los seres van necesariamente separándose los unos de los otros en sus funciones diversas y concurren a la armonía del conjunto. De esta forma, el lugar del actuar humano es un mundo que se construye sobre relaciones entre individualidades más que sobre la individualidad singular. Lo anterior implica que: