Y me contestó la divina entre las diosas: "Hijo de Laertes, de linaje divino, Odiseo de mil trucos, no te quedes ya más en mi morada contra tus deseos. Pero ante todo tienes que cumplir otro viaje y llegar a las mansiones de Hades y la venerada Perséfone, a consultar en oráculo el alma de tebano Tiresias, el adivino ciego, que conserva su entendimiento firme. A él, incluso muerto, le concedió Perséfone mantener su mente despierta, a él solo, que los demás se mueven como sombras". Así dijo. Entonces a mí se me partió el corazón. Me eché a llorar tumbado sobre el lecho, y mi ánimo ya no quería vivir ni ver más la luz del sol. Luego que me sacié de llorar y de revolcarme, entonces a ella le dirigí mis palabras y dije: "¿Ah, Circe, quién va, pues, a guiarme en ese viaje? Hasta el Hades nunca nadie llegó en una negra nave. " (Homero, Odisea, canto X; Madrid, Gredos, 1987: págs. 487-502) En el texto anterior se afirma que el héroe griego Odiseo y el héroe mesopotámico Gilgamésh asumen posturas diferentes con respecto al descenso al Mundo de los Muertos, porque A. Para Odiseo representa una oportunidad de conocer nuevas gentes y tierras, y para Gilgamésh tiene un verdadero sentido de trascendencia. B. Para Gilgamésh representa un sitio más en el andar del héroe, y para Odiseo, un destierro del mundo terrenal. C. Para Odiseo representa el camino para acceder a secretos y misterios ultra-terrenos, y para Gilgamésh, una experiencia más real y cotidiana. D. Para Gilgamésh representa un mundo triste, de polvo y corrupción, y para Odiseo, el sitio de rencarnación de las almas.