Texto 1: Sagredo, R. Historia mínima de Chile.
El mundo de la cultura.
El predominio de la clase media se materializó también en el campo cultural. La cultura de clase media contenía elementos tomados de los sectores oligárquicos y de los grupos populares, de las tendencias tradicionales y de los patrones europeos y norteamericanos. La prensa, la radio y el libro contribuyeron a difundir la mentalidad de los grupos medios que, a mediados de siglo, se extendía a la mayor parte de la población urbana, con excepción de los grupos marginados. Se sustentaba en los valores católicos, en el aprecio del orden, de la estabilidad y, sobre todo, de la seguridad como un valor social indispensable. También fue propio de la clase media de esta época, al menos en su dimensión pública, el civismo, la tolerancia, la solidaridad, el respeto por la actividad intelectual y su ambición económica. Uno de los rasgos distintivos de la cultura de masas propia del siglo XX fue la norteamericanización de los valores, usos y costumbres de la población, entre otros factores, por la influencia de Hollywood. El cine norteamericano irrumpió en Chile en las décadas de 1910 y 1920, transformándose en una mercancía irresistible que llegó a ser valorada por la sociedad chilena sin mayores distinciones sociales. Esto generó un enorme impacto social y cultural que situó a Estados Unidos como referente absoluto de modernidad al “estilo norteamericano”, que se concibió como alcanzable por medio del consumo del cine y de manufacturas norteamericanas que, de este modo, se transformaron en partes esenciales de la vida cotidiana citadina. La modernización del país en el siglo XX se materializó en un gran dinamismo en el ámbito cultural, que en algún momento alcanzó resonancias mundiales. En el campo literario sobresalen Gabriela Mistral, quien recibió el Premio Nobel de Literatura en 1945, Pablo Neruda, quien lo obtuvo en 1971, y Vicente Huidobro. En la pintura y la escultura surgieron figuras como Nemesio Antúnez, Enrique Zañartu, Roberto Matta, Lily Garafulic y Marta Colvin. En la música destacaron Claudio Arrau y Domingo Santa Cruz. Para satisfacer las demandas culturales y artísticas de la población, se crearon la Orquesta Sinfónica de Chile, el Ballet Nacional, el Coro de la Universidad de Chile y el Teatro Experimental. Todas, instituciones fundamentales en sus ámbitos y cuya acción perdura hasta la actualidad, ahora conviviendo con las agrupaciones privadas que han surgido en las últimas décadas. La evolución del país hizo posible también una extraordinaria expansión de la población escolar, que se prolongaría en el tiempo y que se reflejó en el sistema educacional y social. Si en 1935 el conjunto de la educación básica y media fiscal y particular atendía a 41.9% de la población de seis a 18 años, es decir 587 834 sujetos, en 1973, y en los mismos niveles, eran 2 760 145 alumnos, llegando la cobertura a 91.3% de la población en edad escolar. También, una cada vez mayor heterogeneidad en el sistema educativo, pues el alumnado provenía de los más variados orígenes sociales. Estas características condicionaron los cambios, transformaciones y reformas aplicadas desde la segunda mitad del siglo, que culminaron con la reforma educacional de los años sesenta, que pretendió modernizar el sistema educativo. Como su propósito esencial fue la puesta al día y democratización de la enseñanza, se propusieron como objetivos específicos la educación como patrimonio de todos, entendida como una política que garantizara las oportunidades del ingreso, permanencia y ascenso en el sistema educacional; la formación integral y la responsabilidad social, referida a crear una base cultural común que permitiera el diálogo entre los individuos y los grupos sociales; la formación para la vida del trabajo, que aspiraba a formar personal bien calificado en todos los niveles, y la educación como un proceso de toda la vida y de adaptación permanente a los cambios.

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