El teatro "No" japonés debe su origen a unas piezas cortas representadas en los templos y altares como parte de las fiestas de la recolección y otras celebraciones, o con motivo de reuniones populares. En ciertos aspectos, el "No" recuerda a los primitivos dramas griegos: pocos personajes, un coro, danzas y varias máscaras (usadas por el primer bailarín en muchas ocasiones) y, al mismo tiempo, una abundante utilización de temas tradicionales o legendarios. Sin embargo, y a diferencia del drama griego que va alcanzado paulatinamente un mayor realismo, el "No" desemboca en un teatro esencialmente simbólico en el que tanto los textos de la obra como los ademanes del actor están pensados para sugerir, sin palabras, realidades inefables. Algunas de las piezas de Kamani (133-1384) que han llegado hasta nosotros indican que en su tiempo el "No" estaba más próximo a los dramas europeos en cuanto que eran representables, pero tanto Zeami (1363-1443) como sus sucesores escribieron obras en las cuales la relación entre lo que se expresa y el todo es como la parte visible de un iceberg y la totalidad del mismo. La referencia a Kanami y a Zeami, ilustra el paso en el teatro "No":