TEXTO 1: Los síntomas del aburrimiento Cuando lo estamos pasando bien, el tiempo pasa rápido. En cambio, uno de los primeros síntomas del aburrimiento es la lentitud con que transcurren las horas. En ese estado, el tiempo se mata más que se vive. Surge la inacción, la monotonía, el cansancio y los sentimientos de soledad. El aburrimiento mantenido nos lleva a un estado más avanzado el tedio. Y lo convertimos en la serpiente que se muerde la cola al concluir "estoy aburrido de mí mismo". Según el psicólogo español Enrique García Huete, "el aburrimiento se refleja en una sensación generalizada, intensa, de desagrado sobre la actividad que se está realizando o por una falta de actividad. Ese estado de desgano y apatía se produce por la dificultad de anticipar situaciones de momentos positivos, por la imposibilidad de concentrarse de forma agradable en las cosas del entorno, o porque no hay en el interior del individuo algo que pueda sacar. En conclusión, las personas sin hábito de ocio o de diversión, cuando no tienen un estímulo externo, se quedan sin saber qué hacer". Y la energía estancada termina resultando dañino para uno mismo.