al siguiente día El Inca respondió que lo recibiría. Fue así que se dirigió a la Plaza de Armas. Hace su aparición el sacerdote Quien le entrega la biblia, símbolo de la iglesia luego Atahualpa lo recibe, lo mira, y toca por todos lados, se lo pone al oído y luego la arroja, al no comprender lo que decía el sacerdote. De inmediato, salieron los de sus escondites y estaban armados con armas de fuego, mientras los soldados peruanos estaban sin poder defenderse. Atahualpa comprendiendo la desmedida