Todo se complicó aún más cuando apareció Misia, una gatita blanca de ojos azules, a cuyos pies cayó destrozado para siempre el corazón de Horacio. Entonces, Horacio se acomodó en en su jaula y se puso a pensar. A las pocas horas ya había tomado una nueva decisión: volvería a ser un gato. Pero, con tantas emociones, a Horacio le costaba muchísimo concentrarse. Lo intentó una y otra vez, y nada. Cuantos más esfuerzos hacía, más conejo eta. Hasta que un día, por fin, lo consiguió. -¡Horaciol, ha vu

Respuesta :

Otras preguntas