Cuales son los Adjetivos del siguiente cuento:




De cuando los Chichiricú llegaron a estas tierras

Hace cientos de años, de las lejanas tierras de Kumbi Saleh llega-
ron un día los Chichiricú, dos duendecillos diminutos del tamaño
de
esos besos redondos
y apretados que dejan
en la frente una huella
pequeña
y húmeda. Los Chichiricú eran así: se hacían
sentir aunque
no se
vieran y andaban siempre de un
lugar para otro, haciendo
travesuras. Ella y él. Juntos en todo momento,
vestidos solo con la
piel muy tostada por el Sol y mojada por
el agua de ríos y lagunas.
Un par de enanitos saltarines nacidos de una
nuez de palma, de
una cáscara de maní o de
alguna piedra desconocida. Nadie sabe.
Porque en aquellos tiempos, en las tierras
de Kumbi Saleh sucedían
cosas fantásticas. Y había
mañanas en que las yucas se volvían pi-
ñas y las piñas se volvían
bananos y los bananos se volvían arroz o
el cielo se volvía amarillo
y el sol azul y el mar se llenaba de palomas
y los vientos de peces
. Todo andaba al revés. Pero cuando algo de
eso pasaba,
la gente sabía que los Chichiricú estaban cerca, con el
bastoncito de madera de guásima que usaban para hacerse invisi-
bles y una de las guitarras más melodiosas que se han visto.
Y así andaban después los Chichiricú por estas tierras nuestras,
riendo y bailando, tan jóvenes y ágiles como en los tempos de Kumbi
Saleh, siempre diminutos y juguetones, visibles o invisibles gracias a
su bastón mágico. Porque ellos nunca se ponían viejos y aunque los
soles y las lunas iban y venían de un extremo a otro de las costas,
los Chichiricú parecían siempre acabados de planchar, estirados y
brillosos, saltimbanqueando de la palma a la ceiba y de la ceiba al
jagüey hasta que alguien pasaba por allí. Entonces ocurrían aventu-
ras muy extrañas y todo el monte se llenaba de pronto de burbujas
que, al estallar, sonaban como el chiquichiquichá de las maracas,
que es la forma de reírse los duendes.