Horacio jamás podría olvidar el día en que el conejo se cruzó en su camino. Porque, desde ese momento, Horacio dejó de ser el mimado de la casa. Y no es que él fuese un exagerado. Ni un celoso. No señor. Es que el conejo se los había metido a todos en el bolsillo. • Y pensar que, al principio, mucho Horacito por aquí, mucho Horacito por allá... Pero fue llegar el conejo iy si te he visto no me acuerdo! Por eso, un día Horacio se sentó bien derecho y entrecerró los ojos, como hacía siempre que te