cual es la reflexion de esta lectura ?
EL ACHIQUÉ
(Mito peruano)

Este era un pueblo pequeño. Un poco alejada del centro, vivía una viuda enferma con sus dos hijitos; el trabajo y los sufrimientos llevaron pronto a la tumba a la desdichada madre. Quedaron los huerfanitos abandonados, sin techo ni pan, y un día que vagaban acosados por el hambre, vieron cruzar por el espacio un gorrión que llevaba en el pico una flor de papa (producto muy codiciado y escaso en el lugar), entonces pensaron que, probablemente, siguiendo al pájaro llegarían al sitio donde había papas. Emprendieron la marcha pero en el pueblo vivía también el Achiqué, una vieja harapienta y muy mala, quien al saber que los niños iban en busca de papas, decidió matarlos y luego apoderarse de las papas. Con engaños los atrajo a su casa y mientras la niña partía la leña para cocinar, cogió al hermanito, que era un niño de corta edad, para darle muerte; en cuanto éste comenzó a llorar, regresó la chica, y al ver el fin que se proponía llevar a cabo la vieja le lanzó una piedra para distraer su atención; enseguida cargó a su hermanita, se lo puso en la espalda cubriéndolo con la manta que tenía puesta y huyó inmediatamente de la casa. Al ver que la malvada mujer la seguía, la niña echó a correr. Ya la vieja los iba a alcanzar, cuando llegaron junto a un gallinazo al cual la niña le dijo: “The Wiscur alas llequic rurincho paquecallam” (tío gallinazo, escóndenos bajo tus alas). Este los escondió. Llega el Achiqué y le pregunta: “¿Tie Wiscur guambra llacunna manaccu ricarckauqui”? (Tío gallinazo, ¿no has visto pasar una muchacha con un bulto en la espalda?). El gallinazo por toda respuesta le da un aletazo en el rostro, bañándola en sangre. Mientras tanto, la niña aprovecha este tiempo para huir y le agradece al tío Wiscur diciéndole: “Tendrás buena vista y nunca te faltará comida” (es esta la razón por la cual el gallinazo tiene una mirada penetrante que descubre su presa aún desde grandes alturas). Los niños siguieron corriendo. Y nuevamente los iba a alcanzar el Achiqué, cuando se encuentran con un puma. Los niños piden al puma que los defienda de la bruja que los persigue, éste accede. Y cuando el Achiqué preguntó a la fiera si ha visto a los niños, el puma le da un zarpazo tan tremendo que la arroja al suelo, La niña le agradece diciéndole: “Tío puma, serás el más valiente de los animales”. Luego continúan la marcha, siempre perseguidos por el Achiqué. Y son protegidos por otros animales, a los cuales en agradecimiento les conceden ciertas cualidades que poseen hasta ahora. Por último, llegan hasta el añaz (zorrillo) y le piden ayuda; mas éste los rechaza; entonces la huerfanita enojada, le dice que tendrá un olor repugnante y debido a él será atrapado fácilmente por los cazadores. Y es por eso que los zorrillos tienen ese olor tan feo. Y Continuando su camino, los niños llegaron a una pampa donde había abundante vegetación, pero ningún lugar seguro donde esconderse de su perseguidora. Entonces se arrodillaron y le pidieron al cielo que los ayude; San Jerónimo les tiró una cuerda y los niños subieron al lugar buscado, que era una chacra de papas, donde los huerfanitos son muy felices hasta ahora. En cuanto al Achiqué, llegó también a la pampa, y al ver que los niños subían por la cuerda, exclama: “Taita Jerónimo, haz que suba yo también”. San Jerónimo le mandó una cuerda vieja y un ratoncillo para que la vaya comiendo. La vieja comienza el ascenso, y al advertir que el pericote estaba royendo la cuerda le dijo: “Au manavaleck trompa, imaccta huscata micucurcuncki”. (¡Oye trompudo inútil!, ¿Por qué comes mi soga?). El ratón le contesta: “No me fastidies anciana, yo estoy comiendo mi panecillo quemado”. Y siguió royendo la soga. El Achiqué al ver que se va a caer, pide a Dios que caiga solamente en la pampa para no hacerse daño. Pero al ver que se iba a caer en una roca, lanza una maldición: “Que mi cuerpo se desparrame, que mis huesos se incrusten en la tierra y mi sangre seque las plantas y las hierbas”. Desde ese momento aparecieron los Andes y cuenta el mito que los cerros que lo forman son los huesos del Achiqué, porque hay rocas con caras horrorosas que recuerdan el malvado gesto de la arpía al caer. El eco que se oye cuando se grita es la voz del Achiqué cuando nos remeda. Y cuentan también que su sangre salpicó los valles de la costa y las faldas de ciertos cerros, haciéndolos desde entonces secos, apareciendo así los interminables arenales a lo largo de la costa. En las noches de luna, las abuelitas de mi tierra (Taricá), repiten la historia; y cuentan a los pequeños que las rodean, que al sitio privilegiado al que ascendieron los huerfanitos fue Taricá, donde no se conocerá nunca el hambre, pues abundan las papas. También que el culto a San Jerónimo se debe a que él fue quien ayudó a los primeros pobladores de esa tierra liberándolos del hambre.