Texto 2
DON CAYETANO.-Esto es por lo que toca a ellos. Ahora, por lo que atañe a nosotros... Es menester que sigamos
el ejemplo que ellos nos dan.
DONA BERNARDA.
-
¿Qué dice usted?
DON CAYETANO. -Digo, señora, que aquí la perdí y aquí la he de hallar. Yo no soy de esos hombres que se
ahogan en poca agua. He venido a casarme, y volveré casado a mi hacienda. ¿Qué le parece a usted?
DONA BERNARDA. -Que es una resolución muy cristiana; pero todavía no sé lo que usted quiere decir...
DON CAYETANO. Que, bien pensando, señora. Debemos agradecerles a estos muchachos la jugada que, sin
saberlo ellos mismos, nos han hecho. Hemos olvidado aquello de "Cada oveja con su pareja", y hemos cambiado los
frenos, como dicen en mi tierra. Hagámonos perdonar nuestra locura, con una gran cordura, volviendo sobre nuestros
pasos. Si ellos se casan allá entre sí, casémonos nosotros acá inter nos.
DONA BERNARDA. ¡Oh!, en cuanto a eso... yo...
DON CAYETANO. -Si me hallaba bueno para marido de su hija, ¿por qué no me encuentra regularcito siquiera
para usted?
DONA BERNARDA. -Con esa razón quedo convencida. Acepto.
en el texto anterior Cuántas ecenas podemos reconocer ​