Gocé una vez, de tal suerte Que gocé cual nunca: —cuando La sentencia de mi muerte Leyó el alcaide llorando. Oigo un suspiro, a través De las tierras y la mar, Y no es un suspiro, —es Que mi hijo va a despertar. Si dicen que del joyero Tome la joya mejor, Tomo a un amigo sincero Y pongo a un lado el amor.