En la antigüedad, sin embargo, la propiedad privada no era individual, sino colectiva (de tribus o comunidades). Recién a partir de la Edad Media, con la posesión individual de la tierra, este concepto comenzó a desarrollarse según los parámetros que conocemos en la
La tierra no empezó a considerarse como 'propiedad privada' de personas
hasta después de la Edad Media. Bajo el sistema feudal, la tierra podía
ocuparse pero no se tenía la propiedad. Esta ocupación implicaba muchas
obligaciones. En el sentido moderno de propiedad, tan sólo los monarcas y
la Iglesia poseían la tierra, es por eso que los problemas sociales no
faltaban.
El ascenso de la burguesía a finales de la época feudal fue afectando
paulatinamente a la importancia relativa de la propiedad real y
personal. Históricamente, la propiedad personal no tenía importancia en
comparación con la propiedad de la tierra. Por ello, casi no existía una
regulación sobre la propiedad, transmisión y herencia de las
propiedades personales. La creciente clase media que acumulaba riqueza
podía transmitirla fácilmente mediante un testamento. Con la Revolución
industrial, el consiguiente abandono de la agricultura y la aparición de
acciones y bonos, la propiedad personal alcanzó la misma importancia
que la propiedad real. La tierra se convirtió en un bien que podía
comprarse y venderse, como cualquier otro bien.