Respuesta :

Resulta imposible abarcar todo lo que esta figura ha supuesto para la física y la química modernas, pero podemos fijarnos en los dos elementos antes nombrados, el radio y el polonio, para hacernos una idea del legado de esta mujer y lo que ha supuesto para nuestra sociedad. Por ejemplo, la exposición a la radiación de radio ocasiona la destrucción de tejidos malignos, lo que hace de él un tratamiento ideal para detener el crecimiento de tumores cancerígenos. Este elemento químico también se utiliza como fuente de neutrones para experimentos físicos, como base para la producción de radón (que se usa en el tratamiento contra el cáncer) y como fuente de utilidad en otros procesos médicos.

Por otro lado, el polonio se utiliza en dispositivos destinados a la eliminación de carga estática, en cepillos especiales para eliminar el polvo acumulado en películas fotográficas y también en fuentes de calor para satélites artificiales o sondas espaciales. Por desgracia, no todas las aplicaciones de estos elementos son positivas, pues su alta radiactividad también tiene un potencial dañino desmesurado. Por ejemplo, el polonio mezclado con berilio (un elemento típico en el endurecimiento de aleaciones) puede producir un breve lapso de implosión que propicia una reacción en cadena de naturaleza atómica con otros elementos. Como habréis adivinado, esto hace de él un componente esencial de la bomba atómica, dispositivo que, por desgracia, ya ha sido puesto en práctica. Un ejemplo del potencial destructivo de este tipo de elementos fueron las bombas lanzadas en Nagasaki e Hiroshima en el año 1945, las cuales causaron más de 246.000 muertes de civiles por fallecimiento directo o lesiones y cánceres posteriores.

Desde luego, elementos como el radio o el polonio son poco utilizados en la industria por su peligrosa naturaleza y potencial cancerígeno, pero el interés de su descubrimiento radica más en aplicaciones en el ámbito experimental y, por qué no, por la obtención de conocimiento en sí mismo.