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bayonetas,lanzallamas,granadas,ametralladoras, pistolas y rifles

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Respuesta: El uso de rifles de infantería, cañones y ametralladoras hizo muy difícil o casi imposibles cruzar tierra defendida. La granada de mano, utilizada en su forma primitiva y poco segura por mucho tiempo, fue desarrollada rápidamente como una ayuda para atacar trincheras. Probablemente lo más importante fue la introducción del obús de alto poder explosivo, que aumentó notablemente la letalidad de la artillería respecto a los equivalentes del siglo xix.

La guerra de trincheras condujo al desarrollo del fortín, un blocao pequeño y fortificado que podía usarse para abrir fuego de ametralladora. Podían situarse de un lado a otro del campo de batalla con campos de tiro entrelazados.

o era tan difícil atacar a un enemigo atrincherado, la guerra de túneles se convirtió en uno de los principales esfuerzos. Una vez que las posiciones enemigas habían sido socavadas, se plantaban y detonaban enormes cantidades de explosivos como parte de la preparación para una carga terrestre. Los dispositivos de escucha que podían detectar los sonidos de la excavación eran un método de defensa crucial contra estas incursiones subterráneas. Los británicos recurrieron con frecuencia a estas tácticas, gracias a la habilidad de sus «zapadores» y la sofisticación de sus dispositivos.

En el siglo xix, Gran Bretaña y Francia explotaron los rápidos desarrollos técnicos en artillería para efectuar una guerra de movimientos. Tales armas funcionaran bien en las guerras coloniales de aquel siglo, y fueran de gran ayuda a Alemania en la guerra franco-prusiana; pero la guerra de trincheras se asemejaba más a un asedio, y requería artillería de asedio. El ejército alemán ya había previsto que la guerra europea podría requerir artillería más pesada, y por lo tanto tenía una gama de tamaños más apropiada. Las fundiciones respondieron a la situación con productos más pesados y menos piezas de alta movilidad. Alemania desarrolló los cañones de París, de gran tamaño y alcance. Sin embargo, la enorme velocidad de salida desgastaba el cañón tras unos cuantos disparos, requiriendo volver a la fábrica para reforzarlo; así, estas armas servían más para asustar y molestar a los civiles que para asesinarlos o devastar sus ciudades.

Al comienzo de la guerra, la artillería se situaba a menudo en la línea del frente para disparar sobre la infantería enemiga. Durante la guerra, se realizaron las siguientes mejoras:

El primer «bombardeo en caja» de la historia fue realizado en la Batalla de Neuve Chapelle (1915); consistía en el uso de una cortina de tres o cuatro lados de fuego de obús para impedir el movimiento de la infantería enemiga.

Se perfeccionó el bombardeo progresivo.

La espoleta nº 106 fue desarrollada específicamente para explotar en contacto con alambre de espino o el suelo, antes de enterrarse el proyectil en la tierra; era tan efectiva como una mina antipersona.

Los primeros cañones antiaéreos.

El fuego contra-batería indirecto, la localización por flash y la localización acústica de artillería.

Factores como el clima, la temperatura del aire y el desgaste del cañón podían ser medidos con precisión por primera vez, y tomarse en cuenta para el fuego indirecto.

Los observadores avanzados fueron usados para dirigir la artillería situada fuera de la línea de visión directa de los objetivos, y se desarrollaron sofisticados planes de comunicación y disparo.

La artillería de campaña entró en la guerra con la idea de que cada arma debería estar acompañada por cientos de proyectiles, y los ejércitos debían tener alrededor de mil para reabastecerse. Esto resultó ser absolutamente inadecuado cuando se hizo habitual que un cañón se asentara en un lugar y disparara cien proyectiles o más por día durante semanas o meses. Para hacer frente a la crisis de los proyectiles de 1915, las fábricas se reconvirtieron desde otros sectores para producir más munición. Se construyeron o ampliaron las líneas de ferrocarril al frente, surgiendo la cuestión del último kilómetro. Los caballos fueron la principal respuesta, y su alta tasa de mortalidad debilitó seriamente a las Potencias Centrales al final de la guerra. En muchos lugares ayudaron los ferrocarriles a las trincheras. Los nuevos camiones motorizados aún carecían de neumáticos, suspensión versátil y otras innovaciones que en décadas posteriores mejorarían su desempeño.

La mayoría de bajas infligidas durante la guerra fueron resultado del fuego de artillería.

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