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Desde que nacemos aprendemos a poner el cuerpo en el mundo. Dependemos de un otro que colabore, facilite y guíe el camino de experimentación con el entorno. Al hablar de experimentación, me estoy refiriendo al espacio del no-error, donde probar es eje medular del aprender.

¿Cuánta importancia damos al proceso de enseñanza-aprendizaje? ¿En qué lugar de prioridades se pone a quien decide enseñar? ¿Cómo revaloramos y replanteamos los roles de pedagogo y estudiante, para un escenario activo y de respeto frente a las particularidades? ¿Qué rol cumple el cuerpo en la experiencia de aprendizaje y cuánta cabida se le da?

Es preciso especificar que, si bien habrá aspectos transversales en relación a otros lineamientos de conocimiento y al proceso enseñanza-aprendizaje o la vivencia educativa, este artículo tiene por objetivo reflexionar en torno a la formación en danza y a algunos de los procesos pedagógicos por la que está conformada.

… a diferencia de otras especies animales, que poseen un control de la motilidad casi completo al nacer, el ser humano depende del aprendizaje para perfeccionar los mecanismos relacionados con el movimiento.

Silvia Mamana, Coordinación: Memoria, aprendizaje y movimiento

A partir de esta idea es que planteo la re-valorización de la pedagogía, bajo la concepción de que como especie, en tanto nacemos comenzamos a construir aprendizaje para caminar, hablar y movernos en el mundo. Dicho aprendizaje, es finalmente una constante experimentación de nosotros en y con el entorno, la cual debe ser potenciada durante toda la vida.

Hablar sobre educación o procesos educativos, nos invita a mirar el amplio contexto que conforma este escenario, desde la formación pre-escolar a la superior, inclusive a todos aquellos aspectos del aprendizaje que corresponden a ámbitos no formales, como el aprendizaje en casa, con amigos y en espacios de recreación.

Estamos en una época donde la educación está en crisis, tanto por los fines que conforman la institucionalización, como por los procesos que ésta otorga —o no— a las personas. Los procesos metodológicos en la educación tienen mucho camino por desarrollar, sin embargo, tanto el aprendizaje como el cuerpo son ideas que a lo largo de la vida, el sistema nos ha empujado a olvidar o a no dar el valor que éstas tienen.

La visión que existe sobre la forma de enseñar (en el contexto general de la educación), nos anula y castra gran parte de los sentidos, convirtiendo el todo en una mente. Esto es por la visión cartesiana que aún regula los paradigmas —aunque cada vez menos— en el siglo XXI, por esto es necesario darle la vuelta a la teoría y comprender/visualizar que el cerebro está en todo nuestro cuerpo. Esta idea cambia nuestra percepción del mundo, enfrentándonos a éste no sólo con la intelectualidad (mente), sino que con todos los sentidos (cuerpo holístico). Así las herramientas metodológicas a utilizar pasan por probar distintas formas de entender y conocer, pues de este modo se validan los diversos y particulares aprendizajes y la educación se presenta de forma real como una experiencia de enseñanza-aprendizaje.

Esto convierte a la enseñanza en una tarea multifacética que permite a los estudiantes expresarse en forma diferente: visual, táctil, emocional, entre otros. Aquí no es distinguir «tipos de inteligencia», sino más bien, el reconocimiento de que los estilos de aprendizaje tienen su base también en la configuración neuronal de cada persona.

Susan Francis Salazar, El aporte de la neurociencia para la formación docente

Si bien los procesos en danza, y en lo que al movimiento respecta, tienen que ver con la mímesis (imitación) como método de aprendizaje, en la formación de profesionales en danza, me parece fundamental entregar herramientas que colaboren con la auto-observación de los procesos transitados, apuntando a la curiosidad y a la construcción de conocimiento, a partir de la premisa que, el docente colabora como un guía en el proceso, mas no como un sujeto que trae consigo una verdad absoluta, ni que sólo entrega un algo limitado y estructurado. Es preciso que los conocimientos sean manipulados, conversados, mirados y experimentados desde todas sus aristas para reflexionar y discutir en torno a lo aprendido y así dar un rol más activo al estudiante.