Respuesta :

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En una noche, cerca de la granja se escuchó fuertemente el grito de un zorro quemado por un rayo, lo que alteró al corral de gallinas.

Ahí decides si la pones

Explicación:

Respuesta:

BRO ME PIDIERON IGUAL EN LA TAREA TE LO PASO :3 CORONITA

Explicación:

                       El zorro charlatán

Érase una vez una mujer propietaria de una granja. Tenía caballos en el establo, cerdos en la pocilga y gallos en el corral. Todos sus animales vivían confortablemente rodeados de comida abundante y protegidos del calor en el verano y de la lluvia en invierno. Solamente las gallinas, que eran muy rebeldes, se pasaban el día al aire libre, correteando dentro del cercado y picoteando todo lo que encontraban a su paso.

Un día, la buena mujer se fue a hacer la compra al pueblo y cuando regresó se dio cuenta de que le faltaba una gallinita color canela a la que quería mucho. Miró a su alrededor y vio que un zorro había entrado en el cercado y la llevaba entre los dientes aprisionada por el cuello.

– ¡Ayuda, ayuda, un zorro ladrón se lleva mi gallina!

 

Varios vecinos que pasaban por allí acudieron a su lado al escuchar los gritos y divisaron al zorro tratando de encontrar junto a la valla algún hueco por donde escapar.

Unos y otros empezaron a gritar:

– ¡Suelta la gallina, zorro abusón!

– ¡Debería darte vergüenza robar lo que no es tuyo!

– ¡Devuelve la gallina a esta señora o iremos a por ti armados con palos!

El zorro escuchó los gritos pero no hizo ni caso. Solo pensaba en largarse con su presa antes de que lo atraparan. La gallinita, inmovilizada porque llevaba los colmillos clavados en el pescuezo, también los escuchó y decidió que o se le ocurría algo ingenioso, o era su fin.

Estaba en una situación muy complicada porque llevaba la cabecita colgando y casi no podía respirar, pero consiguió susurrar unas palabras.

– ¿Has visto, zorro?… ¡Toda esa gente está muy enfadada contigo!

El zorro, haciendo oídos sordos, ni le contestó. Con desesperación, siguió buscando una escapatoria.

La gallina, a duras penas, insistió:

– Tarde o temprano van a ir a buscarte para darte tu merecido así que lo mejor es que les convenzas de que están equivocados. Diles que yo no soy una de las gallinas de la granjera y quizás te dejen marchar.

¡A estas alturas el zorro ya estaba nerviosísimo! Los gritos de los vecinos retumbaban en sus orejas y cada vez los tenía más cerca. Sin pensarlo dos veces y de manera impulsiva hizo caso a la gallina y gritó a la dueña:

– ¡Déjame en paz! ¡Esta gallina se parece a la tuya pero no es la misma! ¡Yo no te he robado nada!

Como te puedes imaginar el zorro tuvo que abrir la boca para hablar y sin querer soltó a la gallina. La pobre cayó al suelo mareadísima, pero aprovechando el bla-bla-bla de su raptor, echó a correr lo más rápido que le permitieron sus dos patitas finas como alambres.

Cuando el zorro se dio cuenta de su gran error ya nada pudo hacer. La gallinita color canela se había puesto a salvo y lo miraba sintiéndose muy orgullosa de su propia agudeza mental, desde el  calentito regazo de su dueña.

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