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* Cultivo. Los cultivos de bacterias y hongos siguen siendo esenciales en el estudio diagnóstico, junto con métodos adicionales, pero el cultivo de virus se ha sustituido en gran parte por métodos alternativos.

* Histología. Algunos agentes infecciosos se pueden ver en cortes teñidos con hematoxilina-eosina (H-E) (p. ej., cuerpos de inclusión formados por el CMV y virus del herpes simple [VHS], cúmulos bacterianos, que normalmente se tiñen de azul,  Candida  y  Mucor  entre los hongos, la mayoría de los protozoos y todos los helmintos). Sin embargo, muchos agentes infecciosos se ven mejor con tinciones especiales que identifican los microorganismos a partir de las características particulares de su pared celular o su cápsula –tinciones de Gram, acidorresistentes, plata, mucicarmín y Giemsa– o después del marcado con anticuerpos específicos (tabla). Los microorganismos se ven mejor en el borde de avance de la lesión que en el centro de la misma, en particular si hay necrosis.

* Serología. Las infecciones agudas se pueden diagnosticar mediante serología, ya que detecta anticuerpos específicos de los patógenos en el suero. La presencia del anticuerpo específico inmunoglobulina M (IgM) poco después del inicio de los síntomas a menudo es diagnóstica. Otra alternativa es medir las concentraciones de anticuerpos específicos en las fases iniciales («momento agudo») y de nuevo a las 4-6 semanas («convalecencia») después de la infección. Un aumento de la concentración de cuatro veces su valor normal se suele considerar diagnóstico. Los métodos de valoración de anticuerpos séricos son muy útiles para el diagnóstico de la hepatitis vírica. Los pacientes con sífilis o mononucleosis infecciosa elaboran anticuerpos que no son específicos frente a un patógeno determinado, y existen pruebas que identifican estos anticuerpos con reactividad cruzada y se emplean con fines diagnósticos.

* Pruebas de diagnóstico molecular. Las técnicas de amplificación de ácidos nucleicos, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y la amplificación mediada por transcripción, se utilizan para el diagnóstico de la gonorrea, la infección por clamidias, la tuberculosis y la encefalitis herpética. Los métodos moleculares son mucho más sensibles que el estudio convencional de algunos patógenos. El estudio de la encefalitis por el VHS mediante PCR del líquido cefalorraquídeo (LCR) tiene una sensibilidad aproximada del 80%, mientras que la del cultivo vírico del LCR es inferior al 10%. De igual modo, las pruebas de ácido nucleicos para  Chlamydia  genital detectan entre un 10 y un 30% más de casos que el cultivo convencional de  Chlamydia.  En cuanto a otras infecciones, como la gonorrea, la sensibilidad del estudio de los ácidos nucleicos es parecida a la del cultivo. La PCR cuantitativa para el virus BK, el CMV y el virus de Epstein-Barr (VEB) permite valorar la carga viral en los receptores de trasplantes. Actualmente, se emplean de forma rutinaria paneles moleculares que permiten la detección de 20 patógenos o más para el diagnóstico de las infecciones respiratorias bacterianas y víricas y también de las infecciones bacterianas, víricas y parasitarias digestivas. Las pruebas cuantitativas que miden los ácidos nucleicos víricos permiten orientar el tratamiento médico de los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el VHB y el virus de la hepatitis C (VHC). La secuenciación masiva, asociada o no a una amplifi cación inicial por PCR, se emplea para la detección de patógenos nuevos o poco frecuentes y también para la investigación epidemiológica.

* Proteómica. La espectrometría de masas permite identificar los microorganismos en función de su contenido proteico y se ha introducido en los laboratorios de análisis clínicos rutinarios. Aporta la ventaja de permitir una identificación rápida de las especies bacterianas, pero no sirve para estudiar la sensibilidad antibiótica, para la cual se sigue necesitando cultivo.

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dame coronita

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depende de la categoría taxonómica a la que pertenecen, es decir, si se trata de una bacteria o de un virus, por ejemplo. En este caso iremos nombrando estos tipos de agentes patógenos de los más simples a los más complejos (a nivel estructural).

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