Respuesta :
Explicación:
En las últimas décadas del siglo pasado, bajo los fastos triunfalistas generados por la caída de los sistemas de economías centralmente planificadas, el neoliberalismo proclamó el fin de la historia y, con ello, la supuesta certidumbre de una hegemonía general y eterna para la humanidad toda. Por ende, “el fin” implicaba la clausura de la noción de futuro.
En efecto, desde entonces el proyecto instalado originalmente por la dictadura militar, y continuado por medios constitucionales entre 1983 y 2003, viene siendo desarticulado, dando paso a un proyecto divergente, de inspiración nacional, popular y democrática. Un segundo dato sustantivo es que esos vientos renovadores no soplaron sólo para la Argentina, sino para buena parte de América Latina. Los gobiernos del siglo XXI, con matices más o menos significativos, han planteado una agenda superadora del legado de los modelos autoritarios del mercado que asolaron a nuestros pueblos. Se asiste a la reformulación en un nuevo contexto histórico del proyecto de Patria Grande.
200 años antes
Con razón, hemos escuchado muchas veces que logramos ser Independientes pero no libres. Otras voces completan que porque hubo Naciones no hubo Patria. Otras perspectivas aducen que hubo Nación, que hubo Patria pero no “para todos”; sólo para aquéllos que concentraron el poder económico local aliados -cipayos fue alguna vez la calificación indignada- con sistemas transnacionales de poder en cada momento histórico.
Nuestra América resultó ser una configuración multicivilizacional, forjada bajo la barbarie del colonialismo y esclavitud. No es ocioso indicar que la primera revolución triunfante en nuestro territorio fue la de Haití. Vale recordar que esa colonia francesa -denominada por entonces Santo Domingo- tuvo una historia trágica. Sus habitantes originarios fueron diezmados por la conquista y el territorio ocupado con esclavos africanos que apenas dos años después de la Revolución Francesa dieron curso a un proceso revolucionario que culminó con la derrota de los ejércitos napoleónicos.
200 años después
En 2010, se conmemoró el Bicentenario de la Revolución de Mayo y, a propósito de esa celebración multitudinaria, quedó expresada, blanco sobre negro, la impensada constitución de un sujeto social plural y diverso que anticipaba el creciente apoyo al rumbo emprendido desde otro 25 de Mayo, el de 2003.
El 26 de mayo, la presidenta Cristina Fernández inauguró la Galería de los Patriotas Latinoamericanos, con pinturas de líderes cuyos proyectos fueron derrotados: Simón Bolívar, Antonio José Sucre, Manuela Sáenz, Francisco de Miranda, Tupac Katari, Bartolina Sisa, José Martí, Ernesto Che Guevara, Morelos, Solano López, Oscar Arnulfo Romero, Bernardo O’Higgins, Salvador Allende, Antonio Nariño, José de San Martín, Manuel Belgrano, Eva Duarte y Juan Perón, Hipólito Yrigoyen, Tiradentes y Getúlio Vargas, Augusto César Sandino, Farabundo Martí, Jacobo Arbens, Francisco Morazán, Emiliano Zapata, Pancho Villa y José Artigas, entre otros.
Este 25 de Mayo se cumplen, entonces, 202 años de nuestro primer grito emancipador, y nuestro Pueblo y este Gobierno hacen honor a las batallas, los sueños, las tareas pendientes de unir a Nuestra América para fundar sociedades fraternales, igualitarias, profundamente democráticas. La soberanía se presenta como un concepto raíz de todo un modelo en desarrollo. En lo económico, en la potestad para decidir la forma de administrar nuestros recursos en forma global. En lo político, en la potencialidad de una democracia renovada, que interpela a los poderes fácticos y les comunica su necesaria subordinación a los mandantes (es decir, el pueblo), y a sus mandatarios (es decir, a sus representantes elegidos). En lo social, en la voluntad de eliminar la pobreza, a través no sólo del crecimiento y la inclusión, sino con la redistribución de la riqueza. En lo cultural, forjando el regreso a las fuentes creativas del pueblo en sus poéticas, en sus cantos y danzas, en sus manifestaciones plásticas y, fundamentalmente, en una educación que genere sujetos emancipados. En lo territorial, la inclaudicable reivindicación de nuestras Islas Malvinas, hoy nuevamente conculcadas por el colonialismo y sus designios militaristas, peligro que acecha a toda la región y a todos los procesos de izquierda, progresistas, nacionales-populares y democráticos en curso.
El mejor homenaje que podemos hacer a aquellos hombres y mujeres -famosos y anónimos-, que dieron su vida por una Patria Grande, es retomar sus banderas en estos tiempos vertiginosos y llevarlas a la victoria. En eso estamos.
espero te sirva :)