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Describe las actitudes de Cava-Pitá(de la leyenda de la mandioca) Luego, piensen en cómo afectan al grupo las malas actitudes.
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Respuesta :

Respuesta:Tiempo atrás, mucho antes de la llegada del hombre blanco, Ñasaindí y Catupirí se conocieron en la selva misionera mientras ella juntaba frutas de palmera. Los dos pertenecían a tribus diferentes.

A partir de ese primer encuentro, se vieron muchas veces. Él la ayudaba a bajar los frutos de los árboles; ella lo miraba enamorada. El amor fue creciendo. Pero Catupirí, el hijo del cacique Marangatú, sabía que su padre no aceptaría que se casara con una extranjera. Entonces decidió llevarla a la aldea para que su madre la conociera.

Cuando llegaron, Catupirí creyó que nadie los había visto; pero de cerca, los observaba Cava-Pitá, la hechicera. Ella era perversa y envidiosa, y habló con Marangatú: le dijo que la extranjera era una enviada de Añá, el diablo, y que traería la desgracia de la tribu.

Marangatú, furioso, hizo llamar a su hijo para pedirle una explicación. Cuando Catupirí entró con la joven, quedó el cacique maravillado al verla. Luego de escucharlos a ambos, comprendió el noble sentimiento que acercaba a los jóvenes y dio su consentimiento para que se casaran.

Pasó el tiempo. La felicidad de Ñasaindí y de Catupirí fue completa con la llegada de su hijo, al que llamaron Chirirí. El pequeño era dulce y bueno como su madre, y tenaz y curioso como su padre. Los niños de la aldea jugaban siempre con él. En la tribu todos amaban a Ñasaindí, y nadie la veía como una extranjera. La única que conservaba odio por ella era Cava-Pitá. Por eso, divulgó la noticia de que el pequeño Chirirí se hallaba poseído por un mal espíritu, por el cual los niños que lo acompañaran en sus juegos estarían condenados. Todas las madres, temerosas, prohibieron a sus hijos que se acercaran al pequeño Chirirí.

No conforme, la hechicera preparó un brebaje dulce, al que agregó una poción tóxica que enfermo a casi todos los niños. Y las madres creyeron que la culpa la tenía Chirirí. Entonces sí, todos estuvieron en contra de Catupirí y de Ñasaindí, quien sufría y lloraba.

Entonces, Cava-Pitá dijo que la manera de terminar con las desgracias era sacrificando al niño. Entre todos, capturaron a la familia. Catupirí trató de defenderse, pero los llevaron a la selva y los amarraron a un ñandubay. Cava-Pitá preparo el arco y una flecha envenenada, y, cuando se disponía a arrojarla, un ruido espantoso atronó el bosque, bajó desde el cielo una lengua de fuego y dejo fulminada a la perversa hechicera, que rodo por el suelo dando un grito espantoso.

Todos vieron el castigo de sus dioses y corrieron a desatar a los padres de la criatura. Cuando Ñasaindí alzó al pequeño del suelo, vieron cómo, en ese mismo lugar, comenzaba a crecer una planta nueva, desconocida hasta entonces. La llamaron mandi-ó y, a partir de ese día, lo usaron como símbolo de la justicia de sus dioses.

La mandioca, un rico alimento para los hombres, posee el dulce corazón de Ñasaindí y de Chirirí, y da, al que come, fortaleza y energía.

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