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Explicación:

las mujeres se dediquen exclusivamente a las tareas del hogar no significa que no realicen un aporte económico, pues con su trabajo también hacen posible la salida de otros miembros de su familia al mercado laboral; por lo tanto, su trabajo doméstico contribuye indirectamente a la acumulación de capital y, en contextos con altos grados de explotación laboral como el boliviano, a la obtención de ganancias extraordinarias, sin que este aporte específico sea reconocido por la sociedad e incluso por las propias mujeres.

Actualmente, las mujeres conforman el 46% de la población ocupada, el 47% de los/as trabajadores/asalariados y el 53% de los independientes en las principales ciudades del país; esto es suficiente como para concluir que su trabajo tiene una incidencia considerable en la economía y en la generación de ingresos personales y familiares; sin embargo, nada les asegura que, en medio de la desigualdad distributiva y social existentes, puedan mejorar sus condiciones de vida y salir de los niveles de pobreza que les afectan. Una vez que logran compatibilizar sus tareas domésticas con la actividad laboral, desde el lado de la demanda, los empleadores despliegan una serie de prejuicios con relación al trabajo femenino que obstaculizan su acceso a los empleos asalariados de calidad, mientras las segregan a los puestos de menor jerarquía en la estructura ocupacional, con los que se asocian las condiciones laborales más precarias.

El aporte que las mujeres hacen al desarrollo del país desde el mundo del trabajo remunerado, ya sea como asalariadas o independientes, no les garantiza el acceso al sistema de previsión social (salud y seguridad social); apenas una de cada tres aporta para su jubilación y esta proporción es todavía menor cuando su vínculo laboral es con empresas del sector privado.

A estas condiciones en las que transcurre el trabajo de las mujeres, se añade otra desventaja vinculada con su dificultad para reemplazar un empleo anterior cuando quedan cesantes o para encontrar un primer empleo. Las tasas de desempleo que afectan a las mujeres que se mantuvieron en niveles de dos dígitos en las ciudades del eje hasta 2010 para luego disminuir al 5,5% en 2014, siempre por encima del promedio. El desempleo afecta con mayor intensidad a las mujeres más educadas, con tasas que superan ampliamente el promedio.

Este breve retrato de las mujeres en la economía y el trabajo, pone en evidencia que la “bonanza” macroeconómica reciente no ha tenido el impacto esperado en la transformación de las condiciones de trabajo y de vida de la mayoría de los trabajadores en el país; se puede afirmar que apenas difieren de aquellas registradas hace 10 años, en momentos de lenta expansión económica (Escóbar, 2003). Esto lleva a preguntarse: ¿a qué intereses responde el Estado en este llamado tiempo de cambio?.

Espero te ayude<333