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Holiwis

Explicación:

El artículo trata de la situación de crisis latente que existe en América Latina desde hace varias décadas. Las tasas medias de crecimiento per cápita durante un largo periodo en la mayoría de los países de la región se sitúan entre 0 y 2%. Desde los años ochenta y noventa la tendencia al estancamiento no puede explicarse de la misma manera en los grandes países de América Latina. Si bien hay causas comunes, el peso de cada factor difiere. En este artículo se exponen las diversas teorías sobre la tendencia al estancamiento económico. Su originalidad radica en que no sólo pone en relieve el papel de las desigualdades en materia de ingresos y riqueza, o el papel de los procesos de desindustrialización, sino también las causas de la volatilidad económica y sus consecuencias para la baja tasa media de crecimiento per cápita, que es particularmente pronunciada en algunos países.

Contrarias a una idea relativamente compartida, estas economías han sido poco o nada emergentes a partir de los años 1980-1990, a excepción, tal vez, de los años 2000 a 2012, más o menos. Por lo tanto, no han convergido, o sólo lo han hecho de manera limitada, hacia el nivel de ingresos per cápita de los países avanzados, a diferencia de muchos países asiáticos. Los países de América Latina están experimentando varias dificultades al mismo tiempo que se alimentan unas de otras. La crisis es profunda. Es estructural en el sentido de que pone en duda los propios modos de expansión del capitalismo en las últimas décadas. Por lo tanto, sólo respuestas a este nivel pueden hacer posible la superación de los obstáculos al desarrollo sostenible, y la inclusión de aquellos, la mayoría, que son rechazados.

Los países de América Latina son diferentes entre sí. Algunos tienen una gran población (Brasil, con 207 millones de habitantes; México, con 132 millones), mientras que otros, como Uruguay o los países de América Central, están relativamente poco poblados. El producto interno bruto (PIB) per cápita es alto en Brasil, Argentina y México (entre un cuarto y un tercio del de los Estados Unidos); un poco menor en Colombia y Perú, y mucho menor en otros. Algunos países son ricos en recursos naturales, otros, no tanto. Por último, no todas las poblaciones tienen el mismo origen, más europeo en el Cono Sur de América Latina; más indígena en los países andinos, en América Central y México, o más africano en otros, como Brasil o los del Caribe. Sus historias no son exactamente similares, aunque durante el siglo XX los más importantes de ellos tuvieron experiencias parecidas tanto a nivel político (Perón en Argentina, Vargas en Brasil, Cárdenas en México) como a nivel económico (régimen de crecimiento orientado al mercado interno conocido como sustitución de importaciones).

Desde el punto de vista estructural, la mayoría de los países de América Latina tiene muchos puntos en común, los cuales de una manera u otra constituyen “las ocho plagas de América Latina” (Salama, 2020b): 1) grandes desigualdades en riqueza e ingresos; 2) consecuente informalidad de empleos y tasa de pobreza; 3) una reprimarización de la economía; 4) deterioro significativo del medio ambiente; 5) mayor apertura financiera que comercial; 6) desindustrialización temprana; 7) una tendencia al estancamiento económico, y 8) un nivel extremadamente alto de violencia en la mayoría de los países.

Mientras menor sea la tasa de crecimiento del PIB, menor será la movilidad social, y más aún si el gasto en educación sigue siendo insuficiente. El análisis de las causas que conducen al estancamiento económico es el tema de este artículo. Con un tejido industrial debilitado, ¿podrán los países latinoamericanos mostrar capacidad de recuperación frente a la pandemia de la Covid-19 y sus fuertes efectos económicos y sociales?, y ¿bajo qué condiciones?

I. Una tendencia al estancamiento económico: los hechos

Las tasas medias de crecimiento per cápita durante un largo periodo en la mayoría de los países de América Latina se sitúan entre 0 y 2%. En particular, la tasa de crecimiento del PIB per cápita de México entre 1983 y 2017 fue de 0.8%. En los Estados Unidos, en el mismo periodo, fue de 1.7%, según datos del Banco Mundial. A diferencia de la doxa, si nos centramos en la tasa de crecimiento per cápita, México no es una economía emergente: su nivel de PIB no se acerca al de los países avanzados. Lo mismo ocurre con Argentina. Su marginación viene de lejos. En 1913 su ingreso per cápita equivalía a 65% del de Gran Bretaña. En 1945 era 60%, y en 2001 era 39%. La comparación con la renta per cápita de los españoles es aún más elocuente. En 1913 era casi cinco veces (393%) superior a la de éstos, y en 2001, año de la crisis, era apenas la mitad (51%). Si se trata de la diferencia tanto en el ingreso per cápita como en el crecimiento de la productividad, la comparación con los Estados Unidos es instructiva.

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