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¿Hasta qué punto Cristo se asemejo a nosotros?

la misma doctrina al subrayar la relación nueva que el Verbo, encarnándose y haciéndose hombre como nosotros, ha inaugurado con todos y cada uno: "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado" (Gaudium et spes, 22).

¿Hasta qué punto nosotros debemos asemejarnos a Cristo?

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PREGUNTA

¿Cómo puedo ser más asemejante a Cristo?

RESPUESTA

Ser cada vez más semejante a Cristo es el deseo de cada creyente, y es alentador saber que Dios tiene el mismo deseo para nosotros. De hecho, la Biblia dice que Dios "predestinó [los creyentes] para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo." (Romanos 8:29). Haciéndonos semejantes a Cristo es la obra de Dios, y lo verá cumplirse hasta el final (Filipenses 1:6).

Sin embargo, el hecho de que Dios nos transforme en semejanza a Cristo no significa que podamos sentarnos y ser llevados al cielo "en camas florecientes de facilidad." El proceso exige nuestra cooperación voluntaria con el Espíritu Santo. Llegar a ser más como Cristo requiere tanto el poder divino como el cumplimiento de las responsabilidades humanas.

Hay tres cosas que contribuyen a ser más como Cristo: nuestra entrega a Dios, nuestra libertad del pecado y nuestro crecimiento espiritual.

1) Ser cada vez más semejantes a Cristo es el resultado de la entrega a Dios. Romanos 12:1-2 dice que nuestro culto racional implica una auto dedicación total a Dios. Ofrecemos nuestros cuerpos como "sacrificios vivos", y nuestras mentes son renovadas y transformadas.

Cuando Jesús dijo: "Sígueme", Leví dejó inmediatamente sus mesas de dinero (Marcos 2:14); así todos rendimos voluntariamente todo lo que tenemos a fin de seguir al Señor. Como dijo Juan el Bautista, "Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe."(Juan 3:30), por lo que nos enfocamos más y más sobre Jesús y Su gloria, perdiéndonos en Su voluntad.

2) Ser cada vez más semejantes a Cristo es el resultado de la libertad del pecado. Puesto que Jesús vivió una vida sin pecado, cuanto más nos consideramos "muertos al pecado" (Romanos 6:11) y vivimos una vida de pureza, más como Jesús seremos. Al ofrecernos a Dios, el pecado ya no es nuestro maestro, y nosotros estamos más claramente identificados con Cristo (Romanos 6:1-14).

Jesús nos invita a seguirlo, y tenemos Su ejemplo de obediencia (Juan 15:10), amor sacrificial (Juan 15:12-13) y sufrimiento paciente (1 Pedro 2:19-23). También tenemos el ejemplo de los apóstoles, quienes modelaron a Cristo (1 Corintios 11:1).

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