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El conejo es un auténtico “ingeniero de los ecosistemas”, gracias a su capacidad para modificar su ambiente y con ello la disponibilidad de recursos para él mismo y otras especies, tanto por su acción mecánica al excavar vivares, como modificando y alterando la estructura de pasto y matorral, contribuyendo con sus deyecciones a mejorar la calidad del suelo y actuando a la vez como elemento dispersante de semillas

Por todas estas consideraciones, el conejo silvestre está considerado como una especie clave en el ecosistema del monte mediterráneo, dada su importancia y su rol en dichos ecosistemas , bien como presa, como modificador del paisaje y la composición florística o como dispersante de semillas.

Por este papel vital en los ecosistemas mediterráneos ibéricos y su consideración como “especie clave”, la conservación del conejo silvestre resulta prioritaria aunque paradójicamente, fuera de su área de distribución original sea considerada como una “especie plaga”.