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Origen épica española

La épica medieval española es un género compuesto en verso de carácter narrativo, cuyo objeto es la exposición de los sucesos históricos, narrados desde una perspectiva ficcional. Los primeros textos épicos hispánicos fijados por escrito datan de finales del siglo XI y principios del siglo XII.

Explicación:

Sobre los orígenes de la épica, existen fundamentalmente dos teorías: los denominados tradicionalistas defienden el origen de la épica en el Mester de Juglaría (el oficio de los juglares). Los juglares, en el repertorio de cantos que realizaban para entretener y divertir a la gente en actuaciones públicas, tanto en las plazas, las romerías, los lugares recreativos del momento, o los atrios de las iglesias, incluían el cantar de las hazañas de un determinado personaje del momento o histórico, o de un pueblo. Estos modos de diversión pública ya tenían lugar en la antigüedad clásica o entre los musulmanes, con figuras similares a la de los juglares. Los tradicionalistas opinan que son las prácticas juglarescas -herederas de las tradiciones clásicas y antiguas- las que provocan la aparición de la literatura neolatina y, como consecuencia, de la épica. El juglar es entendido como poeta y, al mismo tiempo, intérprete de la obra, y conocedor de la técnica literaria como parte de su formación cultural. Es decir, el término juglar para nada es sinónimo de inculto, sino de diversión.

Como contrapartida a los tradicionalistas están los individualistas, quienes defienden el origen de la épica en el Mester de Clerecía (el oficio de los clérigos). Los clérigos eran los hombres poseedores de la cultura -en el sentido más amplio de la palabra- de la época y, por lo tantos, tenían la posibilidad de conocer los hechos históricos y reflejarlos por escrito (hecho que ocurre algo más tarde). Los individualistas creen en que son autores concretos los iniciadores de los poemas épicos, y no una colectividad. No dudan de que los clérigos utilizaran a los juglares como medio de difusión de la cultura.

Es necesario señalar que, sea su origen juglar o clerical, las intenciones que tuvieran cada uno de ellos -dado sus oficios- debieron ser distintas: el juglar, divertir; el clérigo, adoctrinar.

El juglar, como profesional de la diversión, actuaba frente a públicos de distintos tipos y niveles culturales, lo que provocaba que los poemas memorizados debía adaptarlos en cada momento, en un sentido orgánico de la creación, para ser aceptado por los espectadores, y no sufrir el rechazo. Esto implica que estos poemas no tenían, en sus principios, ni la uniformidad ni la conservación que tiene la literatura actual. Los poemas épicos estaban afectados tanto por la renovación continua como por las tendencias y modas literarias de cada instante, hasta que empezaron a aparecer los primeros documentos escritos de los mismos (aproximadamente en el siglo X).

El clérigo buscaba el adoctrinamiento utilizando leyendas e historias, en su afán de la atracción de los peregrinos y fieles a sus pensamientos. Existieron, incluso, clérigos vagabundos, juglares, que iban de boca en boca alimentando esta práctica de la publicidad de la poesía épica.

Probablemente ninguna de las teorías fueran erróneas y se produjera una coexistencia de ambos orígenes, que generaron el nacimiento de este arte románico, cuyo conocimiento y disfrute es esencial para todos aquellos que quieran conocer el nacimiento de nuestra literatura.