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El tío Navo era un pastor de allí, de Huertapelayo, y salía al campo a sus ovejas, y en el camino se le aparecía ella, su mujer, que había muerto hacía un tiempo atrás. En su casa oía ruidos tremendos de muebles, de cosas que se caían, que se rompían, de piedras que se caían del tejado, unos escándalos tremendos, y el hombre estaba asustado, pues salía al campo y la mujer se le agarraba a las piernas y no le dejaba andar, y una vez se enganchó en una zarza y no podía andar, hasta que amaneció y vio que era una zarza y dijo: "No tengo miedo a nadie". Cogió la navaja y cortó la zarza que le estaba teniendo. El misterio de lo otro es que decía que en su casa caían piedras escaleras abajo desde la cámara y el hombre vivía en susto permanente y cuando amanecía y se iba a las ovejas, en el camino, se le agarraba ella a las piernas y no le dejaba andar. Entonces, él vivía en un susto tremendo hasta que un día le dijo: "- ¿Quieres decirme qué es lo que quieres? ¿por qué me estás tal?". "- Sencillamente porque me tienes toda la noche de ánimas, que me habías ofrecido una misa y no me la has hecho". Hizo la misa y desapareció el alma (1).

La primera parte de esta historia es un paralelo del cuento popularísimo de la comarca del Ripollés recogido por Román Violant I Simorra en su libro El Pirineo Español.

Erase una vez un sastre, que al regresar de trabajar de un pueblo, por la noche, se encontró con que, de súbito, le tiraban del vestido, aterrorizado, pues tenía la certeza de que eran las almas en pena que lo retenían, pidió clemencia a los muertos para que le dejaran seguir adelante, sin embargo, no lo soltaron. Pasó la noche suplicando en vano a las almas en pena, hasta que al llegar el alba, se dio cuenta de que una zarza del camino se le había enganchado a la capa. Sacó las tijeras y cortó la zarza, al propio tiempo que decía, en tono bravucón: "lo mismo hubiera hecho si fueras un fantasma" (2).

En las dos historias las almas en pena se agarran al cuerpo del hombre o tiran de su vestimenta impidiéndole avanzar. Los dos hombres sospechan que son las almas en pena las que producen tal efecto, sin embargo, en los dos casos, descubren que son unas zarzas las que les impiden avanzar y cortándolas sin miedo exclaman: "lo mismo hubiera hecho si fueras un fantasma" / "No tengo miedo a nadie".

En estas dos leyendas al igual que en otras muchas, como la recogida en La punta del Arco Iris, titulada "El ánima en Pena (Priego, Córdoba)", el hombre se encuentra con el alma en pena fuera de la casa y ésta le quiere llevar. En Huertapelayo, el tío Navo había prometido una misa al alma de su difunta esposa y no se la había hecho; el ánima en pena de Priego había realizado una promesa en vida y no la había cumplido, necesitando ahora que alguien la cumpla por ella. En cualquier caso una vez realizado lo solicitado por el alma, ésta puede descansar y desaparece.

Las ánimas era una cosa que está en todos los pueblos. Las almas en pena, las ánimas, se decía que si salías y te encontrabas con un alma en pena, que te podía llevar. Otras veces, que le podías preguntar que si era un alma en pena, o qué era lo que quería, por si había dejado alguna promesa sin cumplir. Venía a que se la cumpliera algún familiar o amigo, y cumplía su promesa para ir a descansar...

Mi tía, una tía segunda que ya se murió. Esa decía que sí, que había visto un ánima en pena, y que se la había presentado varias noches. Ella preguntaba que, si era un ánima en pena o un espíritu, que dijese lo que quería, lo que le pasaba. Porque decían que lo mismo era un alma en pena que había muerto porque había hecho alguna promesa y había muerto antes de cumplirla. Entonces el alma estaba penando toda la vida hasta haber cumplido la promesa. Ya decía lo que quería, e iba la otra persona, lo cumplía y el alma ya descansaba.

Explicación:

espero te sirva es un mito muy explicativo leelo con buenas detenciones y listo