¿QUIÉNES SON LOS QUE CAMINAN POR LA VIDA?
¿QUIÉNES SON LOS SEMBRADORES DE PAZ Y AMOR?
CANCIÓN VIENEN CON ALEGRIA SEÑOR

Respuesta :

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Es apostolado, afirma, en texto ya citado, el Decreto Apostolicam actuositatem , todo lo que „hace partícipes a los hombres de la redención salvadora, y, a través de ellos, ordena realmente el mundo entero hacia Cristo“192. Desde los textos del Concilio Vaticano II, hasta la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI y la Encíclica Redemptor hominis y la Exhortación apostólica Christifideles laici de Juan Pablo II, por citar solo algunos documentos especialmente significativos, tanto la teología y la praxis pastoral como el magisterio eclesiástico han subrayado reiteradamente sea la trascendencia de la misión cristiana, sea su incidencia en la historia y, en consecuencia, el lugar que la acción vivificadora de lo temporal debe ocupar en el horizonte y en la vida de todo cristiano y singularmente del fiel laico, cristiano llamado a santificarse y a santificar precisamente en y a través de las ocupaciones y estructuras temporales.

Entre los muchos textos que aspiran a dar una visión sintética, cabe continuar recordando un pasaje de la Constittición Gaudium et spes , que forma parte precisamente del capítulo que esa Constitución destina a tratar de la actividad humana en el mundo, es decir, del trabajo, y en el que las diversas afirmaciones se articulan, en ocasiones contraponiéndose, para llegar a una exposición a la vez precisa y abierta. „Cristo, a quien ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Hch 2,36; Mt 28,18), proclamado Señor por su resurrección, actúa ya en el corazón de los hombres mediante la virtud del Espíritu, no solo suscitando la esperanza del mundo futuro, sino, al mismo tiempo, animando, purificando y fortaleciendo esas generosas aspiraciones que animan a la familia de los hombres y la impulsan a esforzarse por hacer más humana la vida presente y por dominar toda la tierra con vistas a esa finalidad (...). Ciertamente se nos ha recordado que de nada sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo (cfr. Lc 9,25), pero la esperanza de una nueva tierra no debe atenuar, sino más bien excitar el afán por perfeccionar el tiempo presente, durante el que crece ese cuerpo de la nueva humanidad que constituye como una cierta prefiguración del mundo nuevo“193