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Estar en contacto con la naturaleza nos relaja y nos da una inyección de energía que puede ayudar a protegernos ante distintas enfermedades, por ejemplo, respiratorias.

Conocerla y observarla despierta nuestra curiosidad e interés por saber más de ella. Puede favorecer nuestro desarrollo cognitivo y aprendizaje.

En este sentido, es muy beneficiosa para el desarrollo de los menores, especialmente con una mejoría de su concentración, habilidades motoras, autoestima y control de las emociones.

Si la conocemos apreciaremos aún más el valor que tiene y seremos conscientes de cómo funciona el mundo, cómo debemos cuidarlo y cómo ser más responsables.

Realizar una actividad física en un entorno natural, incluidos parques urbanos, mejora nuestro ánimo y la autoestima. Esa misma actividad física al aire librete proporcionan un marco de interacción social que te brinda nuevas oportunidades para el contacto social.

Estar en contacto con la naturaleza nos proporciona una sensación, un sentimiento de libertad que no encontramos en otros entornos de nuestra vida cotidiana, y que incentiva nuestra creatividad.

Si entendemos la salud también como un indicador de calidad de vida, se puede decir que la naturaleza actúa como un lugar seguro donde refugiarse de la complejidad de la vida cotidiana, desligado de un estilo de vida materialista.

Promueve la movilidad sostenible, pues anima a desplazarse en medios como la bicicleta o andando.

Mitiga el estrés térmico, al proporcionar sombra, evaporación y transpiración, principalmente durante los meses más calurosos.

Reduce la exposición a contaminantes atmosféricos. Además, los colores y sonidos de la naturaleza estimulan la abstracción y la reflexión.

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