Respuesta :

Respuesta:

Por todos son conocidas las batallas literarias que Cervantes y Lope libraron en el agitado mundo poético de nuestro afamado Siglo de Oro. Pero Feijoo, a comienzos del siglo XVIII, no se queda atrás; su Teatro Crítico Universal –que será aquí sucintamente objeto de análisis– y sus Cartas Eruditas generaron un gran número de detractores, a la cabeza de los cuales cabe situar a Salvador José Mañer, quien publica en 1728 su Antiteatro Crítico Universal y a Soto Marne con sus Reflexiones crítico-apologéticas sobre las obras de Feijoo (1748-1749). La lista de aquellos que combatieron a Feijoo puede llenarse de un número cuánto menos significativo de hombres de la Iglesia y –algo menos significativo– de seglares de a pie. Aunque nuestro padre benedictino prometía no entrar a la contienda, en el prólogo de su Ilustración Apologética parece que “acaso su propia ingenuidad natural o más bien el apartamiento de su vida monástica consagrada al estudio le movieron a conceder mayor importancia a sus impugnadores de la que en realidad tenían. A veces no pudo callar y fue un tanto susceptible o puntilloso: tal es el único lunar en su nobilísima biografía” (Pérez Rioja 1983, p. 45).