Respuesta :

¿Qué es la tradición oral?

En aquel tiempo, la tradición oral era el medio tradicional y popular de recoger y trasmitir los hechos y dichos de un personaje a los demás

Jesús Nazareno no escribió nada, solo habló, predicó, hizo el bien y fundó el Reino de Dios o de la Vida Eterna en los Cielos, de carácter escatológico, que se incoa aquí, en la Tierra, para aquellos que le siguen creyendo, esperando y amando a Dios y a las personas humanas como hermanos. Este Reino de Dios en esta vida se llama Iglesia Cristiana.

Jesús habló y predicó utilizando un lenguaje concreto, sencillo y popular en su conversación y en su predicación. Se valía de parábolas y comparaciones de gran encanto natural y de palabras y frases de gran contenido moral y espiritual dichas con autoridad; de forma que el personal del Templo de Jerusalén mandado por sus jefes judíos para prenderle no se atrevieron hacerlo, porque, decían, “nunca nadie habló como este hombre” ( Jn.7, 46).

Cómo surgió la tradición oral

En aquel tiempo, la tradición oral era el medio tradicional y popular de recoger y trasmitir los hechos y dichos de un personaje a los demás. Los alumnos rabínicos que escuchaban dichos y hechos a sus maestros, los trasmitían de memoria y de palabra a los demás sin escribir nada. De esta manera, oralmente, los discípulos, testigos directos de Jesús Nazareno, transmitieron sus dichos y hechos a los demás cristianos de la primitiva comunidad, que más tarde recogen por escrito llamándoles Evangelios. De este modo, también más tarde, nacen el libro judío Talmud y el libro Corán islamista.

Contenido de la tradición oral

La tradición oral evangélica comprende un tiempo de veinte a treinta años, que van desde la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles hasta la redacción escrita de los Evangelios. Recoge los hechos y dichos de Jesús relatados por los apóstoles, por sus familiares, particularmente, por su madre, María, y por los demás discípulos que los transmiten a otros fieles.

Los hechos de Jesús Nazareno de dar de comer al pueblo de Israel, perdonarle sus pecados, curar a los enfermos y resucitar a los muertos y sus discursos y sentencias quedaron grabados fuertemente en la memoria y el corazón de todos ellos; de tal modo, que los recordaban personalmente y los relataban públicamente en sus reuniones y celebraciones eucarísticas sin necesidad de ponerlos por escrito.