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Respuesta: Él realmente era un solitario, siempre estaba solo, nunca tuvo con quien compartir un cuento, era un hombre que vivía en sueños, así era él, a la hora de irse despertaba con un bostezo que acumulaba su cansancio, jamás fue un extraño aunque siempre fingía serlo, era de los tipos que confesaban que eran unos perros sin dueño, que no ladran más que a la luna en esas noches frías y de igual manera solitarias. Parece que no estoy siendo totalmente sincero, de vez en cuando también hacia cosas divertidas pero muy de vez en cuando después de todo nadie esperaba nada de ese chico sin embargo yo le observaba mucho tiempo y a todas horas, mmmm ayer 22 de noviembre pase un día con un sabor amargo en la boca, nadie lo supo excepto mi paladar y mi lengua, caminé por el colegio dando una despedida silenciosa a las aulas y pasillos, era la ultima semana de clases, la antepenúltima sucesión de sonrisas de toda una temporada de estudios, nunca le perdía de vista aunque en ese instante su imagen se difumino entre las ventanas, en ese mismo instante en el que paso Nasly y por cierto que es un nombre extraño para una chica de 16 años, le salude como saludo a todo el mundo aunque quise saludarla de muchas otras maneras pero sabia que él merodeaba por todas esas ráfagas bruscas de viento frio y reacio. Creo que no he mencionado lo importante que era para él el 22 de noviembre pues ese día él recordó que amaba a alguien, no sé muy bien los detalles pero se le notaba un leve brillo en sus pupilas cada vez que se nombraba cerca algún tema de amor y como siempre ni para mi o para alguien en el salón de clase no parecía importarles. Una vez le pregunte: ¿tú quieres a Nasly? y aunque su respuesta fue muy abstracta pude entender que su sonrisa por fin se mostraba muy diferente. ¿debería advertirle que en este momento estoy contando sus historias? ahhh da igual de todas formas él es ese tipo de persona que no tiene problemas en pasar desapercibido, ya había olvidado que además de conocer a armando también conozco a Nasly que es sin duda el origen de su distracción y por cierto ese día para ella también era importante, realmente era como si el mundo entero considerara ese lunes como un día de fiesta o fui yo el que olvido revisar el calendario, tuve la impresión que el 22 toda la gente de pasto se levanto con el pie derecho mientras recogían los últimos segundos de sus sueños. Siento no poder recordar todo lo que paso ese día, mi memoria se adueño del pasado y no quiere compartirlo con el mundo. De nuevo a lo cotidiano si es que a la rutina no se le da por contagiar al martes de lunes. 23 de noviembre, él sigue mirando las nubes tal cual se mira a un montón de algodón, ella sigue en un frenesí de risa después de escuchar el mismo chiste de hace 2 días, yo simplemente observo ese par de universos, ¡no! a decir verdad yo también la quiero pero ese es otro repentino deseo de los tantos que he dejado en el camino al colegio. Nada es más terrorífico que volver a casa con esa sensación de espera. El miércoles era parte de la amnesia universal, nadie dijo nada ni siquiera el alma de las fiestas, parecía como si hubiesen olvidado el 22 de noviembre. Estuve arto del día a día, el mundo es tan pequeño sin el noviembre. La inercia rebaso mi paciencia, la calma estorbo a mi camino, quería que él y ella atraviesen lo imposible. Sé que era la primera vez que luchaba contra mis preguntas, era necesario recurrir a lo extraño y por supuesto esperar a que ellos dos se unan como si no hubiese preocupación. las semanas continuaban y nadie podía vernos, la luz me acostumbro a ser invisible y mucho más a él, de verdad es absurdo pensar que la luz nos ínsita al anonimato o que la temperatura baja acariciando tu espaldar no como un simple frio sino como una presencia que olvida cuan blanco es ese cuerpo en el que reposa, sin advertencia el golpe del hábito escucha el corazón de ese par de tontos, nunca pretendí hacer conocer su rostro pero estaba ella y no podía hacerle infeliz de ninguna forma, no me propuse ser también incognito aunque ahora lo soy un poco, todas las mañanas a eso de las 12 ya casi a la hora del almuerzo adelante el paso para observar con prudencia que era lo que a ellos les gustaba y si su perspicacia alcanzaba mis intensiones una pequeña charla retomaba el día como si el reloj suprimiera la autentica realidad del tiempo. Él nunca fue el protagonista, no generaba ni presencia en ese curso, incluso llego a pensar que más alma tenía el escritorio en el que se sentaba, ella en cambio era todo lo contrario. Ya casi perdido en el vaho del clima y en el pantano del fracaso no me quedo más oportunidad alguna que gritar. Por fin el aparente caos se acercaba al interludio de las emociones, un simple hola basto para que ella note toda esas horas de suspiros y para él ese saludo era la liberación de un control riguroso.

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