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La Primera Coalición (1792-1797) de Austria, Prusia, el Reino Unido de la Gran Bretaña, España y el Piamonte (Italia) contra Francia fue el primer intento para acabar con el republicanismo. La coalición fue derrotada por los franceses debido a una movilización general, levas en masa, reformas en el ejército y una guerra absoluta. En 1795, Francia se anexionó los Países Bajos austriacos (actual Bélgica) y Renania. Sigue la conquista de las Provincias Unidas de los Países Bajos (a las que había declarado la guerra en 1793) y su transformación en la República Bátava (Tratado de La Haya, 19 de enero de 1795). Prusia firmó la Paz de Basilea y dejó la coalición. España, tras unas victorias iniciales en la invasión del Rosellón en 1793 (guerra del Rosellón), vio cómo las tropas francesas invadían Cataluña, País Vasco y Navarra. Ante esta amenaza, también firmó separadamente en 1795 la Paz de Basilea. Las campañas italianas de Napoleón en 1796 y 1797 hicieron que el Piamonte abandonara asimismo la Coalición. Piamonte fue uno de los miembros originales de la Coalición y había significado un peligro persistente para Francia en el frente italiano durante cuatro años, en la época en la que Napoleón asumió el mando del ejército francés en Italia. A Bonaparte le llevó un mes vencer a Piamonte y hacer retroceder a sus aliados austriacos. Las fuerzas de los Estados Papales se rindieron a los franceses en Fuerte Urbano, forzando al papa Pío VI a firmar un tratado de paz provisional, Tratado de Tolentino (1797), y las sucesivas contraofensivas austriacas en Italia fueron infructuosas, conduciendo a la entrada de Bonaparte en el Friul. La guerra terminó al forzar Bonaparte a los austriacos a aceptar sus propias condiciones en el Tratado de Campo Formio. El Reino Unido quedó entonces como la única potencia aún en guerra con Francia.

La Segunda Coalición (1798-1801), formada por el Imperio ruso, Reino Unido, Imperio austríaco, Imperio otomano, Reino de Portugal, Reino de Nápoles y los Estados Papales contra Francia, fue al principio más efectiva que la primera. El gobierno corrupto y dividido del Imperio de Francia, bajo el Directorio, se encontraba en plena agitación, y la República estaba en bancarrota (ciertamente, cuando en 1799 Napoleón tomó el poder, encontró solo 60 000 francos en el Tesoro Nacional). La participación rusa supuso un cambio decisivo sobre la guerra de la Primera Coalición. Las fuerzas rusas en Italia estaban mandadas por el notoriamente despiadado y nunca derrotado Aleksandr Suvórov. La República Francesa no disponía de líderes como Lazare Carnot, el ministro de Guerra que había llevado a Francia a las sucesivas victorias que siguieron a las masivas reformas de la primera guerra. Además, Napoleón Bonaparte estaba ocupado en una campaña en Egipto, con el objetivo de amenazar a la India británica. Sin dos de sus más importantes generales del conflicto anterior, la República sufrió sucesivas derrotas contra unos enemigos revitalizados y financiados por la corona británica.