Respuesta :

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Un hombre cabalga solo en la noche después de una fiesta. Con gran habilidad toca en el acordeón canciones de amor y risa. En la mitad del camino parece que el aire le devuelve los sonidos como si se tratara de un eco. El hombre toca más fuerte, más veloz, pero el aire parece traer sonidos mejor elaborados. No se trata del eco. Sale de la oscuridad un acordeonista fantasmagórico, de cinco metros de alto, sobre un caballo de proporciones fastuosas. Es el Diablo, que lo reta a un duelo. Al hombre, erizado, se le ocurre la idea valiente de cantarle el credo al revés, y con esto la presencia demoniaca desaparece.