Respuesta :

Respuesta: En un pequeño pueblo costero, Miguel era conocido como el pescador más hábil de la región. Cada mañana, antes del amanecer, salía al mar en su barco, cumpliendo con su deber de proveer alimentos para su familia y el pueblo. Sin embargo, su verdadero placer residía en la pintura.

Miguel guardaba su pasión en secreto, temiendo el juicio de los demás. Pasaba sus tardes en una pequeña cabaña en la costa, pintando paisajes marinos y retratos de la vida en el pueblo. Pero siempre sentía la culpa de no estar pescando cuando se suponía que lo debía hacer.

Un día, mientras pescaba, una tormenta repentina azotó el mar. Miguel luchó contra las olas furiosas, temiendo por su vida. Milagrosamente, logró regresar a tierra, pero su barco quedó destrozado.

Con su medio de subsistencia destruido, Miguel se vio obligado a mostrar sus pinturas para venderlas y ganar dinero. Para su sorpresa, el pueblo admiraba su talento y pronto se convirtió en un pintor reconocido.

A medida que ganaba fama y dinero con sus pinturas, Miguel descubrió que el deber y el placer no necesariamente estaban disociados. Encontró una nueva forma de cumplir con su deber al proveer para su familia a través de su pasión por la pintura, fusionando así lo que antes parecían dos mundos separados.