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El Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino, no fue "dominado" en el sentido convencional durante la Edad Media. Sin embargo, experimentó una serie de desafíos y cambios significativos durante este período.

1. **Invasiones bárbaras y pérdida de territorio**: Durante los siglos V y VI, el Imperio Bizantino enfrentó incursiones de pueblos bárbaros como los visigodos, vándalos y lombardos en el oeste, lo que resultó en la pérdida de territorios como Italia, África del Norte y España.

2. **Conflictos con el Islam**: A partir del siglo VII, el imperio enfrentó la expansión islámica desde Arabia, lo que llevó a la pérdida de regiones importantes como Siria, Egipto y Asia Menor. Sin embargo, el imperio logró mantenerse firme en ciertas áreas, especialmente en Anatolia y los Balcanes.

3. **Cisma de la Iglesia**: En el año 1054, se produjo el Gran Cisma entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, dividiendo el cristianismo en el Este y el Oeste. Esto afectó las relaciones políticas y religiosas en el imperio.

4. **Conflictos internos y dinásticos**: El imperio experimentó numerosos conflictos internos entre facciones políticas, así como disputas dinásticas que a menudo resultaron en guerras civiles y debilitaron la autoridad central.

5. **Relaciones con los estados vecinos**: A lo largo de la Edad Media, el Imperio Bizantino mantuvo relaciones diplomáticas y a veces conflictivas con estados vecinos como el Reino de Armenia, el Imperio Sasánida, los estados árabes y los estados eslavos.

En resumen, el Imperio Bizantino no fue "dominado" en el sentido tradicional durante la Edad Media, pero enfrentó una serie de desafíos que alteraron su territorio, su sociedad y su influencia en la región mediterránea. A pesar de estos desafíos, el imperio logró mantenerse como una potencia significativa en la región durante siglos.